11 octubre 2013

0 CASO MALAYA: ROBAR LO PÚBLICO SALE GRATIS


Después de un proceso judicial larguísimo en años y en coste económico (que pagamos los de siempre: los pringaos que todavía tenemos una mierda de trabajo) se hizo la luz y el tribunal evacuó sentencia: pssshhh, pelillos a la mar, seamos buenos con el prójimo, al fin y al cabo el dinero público no es de nadie, la cárcel es muy dura, estos señoritos y señoritas no están acostumbrados a las estrecheces,  chimpún, tararí que te ví, hola y adiós.

El caso Malaya acaba de cerrarse con 43 absoluciones de los 95 imputados y a los que les ha caído algo de pedrea carcelaria se les darán las facilidades habituales para que la conmuten por cromos y pegatinas de modo que estén en su chalé (pirateado) más pronto que tarde. Un regalito justiciero que provocó una reacción de algarabía, trapisonda y cachondeo en los acusados, digna de una noche de farra. De ahí que los susodichos se abrazaran efusivamente dándole algunos al champán en plena sala (eso cuentan las crónicas de sucesos). Los más lanzados por la euforia ya han anunciado su intención de recurrir a instancias superiores porque, puestas así las cosas, lo mismo el más alto tribunal les condena a cobrar del Estado una suculenta indemnización por haber dejado a Marbella desplumada y en pelotas. ¡En un país de artistas como éste, tanto arte hay que premiarlo y no condenarlo, joder!


Entre las leyes que tenemos en este país de políticos choriceros (lógicamente, confeccionadas por una parte importante y significativa de los mismos), tan blanditas y condescendientes con los amigos de los ajeno, y la casta judicial que se la coge con papel de fumar cuando tiene enfrente a políticos, banqueros, empresarios o famosetes de diversas faunas, al final es lógico que las sentencias sean lo que son: un venir y vamos todos con flores a María. 

Habría que empezar diciendo que los primeros responsables del caso Malaya fueron los miles y miles de marbellíes (luego la enfermedad se extendió a otras partes de la Costa del Sol) que votaron masivamente a un tal Gil y Gil, a quien dios guarde en el infierno. Mucho imbécil y panoli colaboró en el desembarco marbellí del presidente del Atleti. Un tiparraco (ignorante y faltón) indultado por la "justicia" franquista a pesar de tener sobre sus espaldas la muerte de 56 personas tras derrumbarse un edificio que había construido saltándose la ley. Esa era una de sus especialidades de modo que la corrupción municipal y urbanística estaba cantada con su llegada al Ayuntamiento.


El gratis de la sentencia del caso malayesco (¿por qué le llaman Malaya si es Marbella?) es una nueva vuelta de tuerca sobre aquel pecado original del que son corresponsables quienes votaron a semejante calamidad una vez y otra y otra... Once años, once, estuvo robando el camarada y sus cuates, a los que  luego sucedieron durante un tiempo otros que habían aprendido el arte del latrocinio al contacto con el gran patrón.  Ya se ve que hicieron el primo porque podían haber robado todavía más: en este país llevarse el dinero público a casa o a Suiza sale gratis si eres alguien, aunque sea un concejal o concejala de medio pelo. De eso se encargan los políticos trincones que hacen las leyes a su imagen y semejanza y determinados tribunales a los que el código penal les viene demasiado ancho. 

Ya sabemos, pues, en qué acabará -eso sí, tras largos años de proceso- el caso Bárcenas, el de los Eres de la Junta y sus sindicatos adictos, el de la Gurtel, el de Urdangarín y tantos otros que están costando un pastón al erario público: todos a la calle y sin devolver un puñetero euro. En la cárcel sólo hay plaza para los pringaos que pagan impuestos, los trabajadores honrados de sol a sol y los desgraciaos que no tienen donde caerse muertos.
 

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