"Ni contigo, ni sin ti,
Tienen mis males remedios
Contigo porque me matas
Sin ti porque yo me muero
Ni contigo, ni sin ti".
Da igual cómo se llame ella, si Logse o Lomce, el caso es que nuestro triste sino es palmarla con una o con otra. La primera es veterana y madurita, con una fachada atractiva tras la que -quitados los maquillajes y abalorios- se esconde un "ni chicha ni limoná". La segunda, jovenzuela de diseño, moda retro de los años cincuenta, llega apretando fuerte aunque parece que es más estrecha que la calle de abajo. Ante las frustrantes perspectivas educativas pasadas, presentes y futuras sólo queda aferrarnos a la crítica más burra que seamos capaces de hacer y que situamos tras la estrechez de miras de la nueva ley y de sus progenitores, representada por esta callejuela.
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