0 ENTIERRO DE MANDELA: SÓLO FALTO EL PATO DONALD

¿Cuándo murió Mandela? Algunos ni recuerdan ya el día exacto tras tantas ceremonias funerarias y tanto cachondeo y pavoneo. El mayor acto de recuerdo al difunto logró reunir a la flor, nata y posos más granados del mundejo mundial. Allí estaban, en el estadio, lo mejor de cada casa nacional e internacional: el actual presidente sudafricano, silbado sin contemplaciones porque de Mandela solo tiene el color de la piel, presidentes demócratas que tras las elecciones se pasan la democracia por la entrepierna, dictadores con más muertos a las espaldas que años tenía Mandela, reyezuelos y princesitas de andar por casa, famosuelos de medio pelo y mucha cara y, en fin, gente de bastante mando en plaza dispuesta a pasar un buen rato viendo cómo -por una vez, y sin que sirva de precedente- todo el mundo estaba de acuerdo en que el muerto había sido una buena persona y un buen gobernante. (Tampoco hay que exagerar porque Mandela también tuvo sus luces y sombras pero en la balanza final, sobre todo cuando uno ya la ha palmado, lo acostumbrado es que lo positivo reluzca más que lo negativo). De modo que don Nelson consiguió en vida y en muerte la cuadratura del círculo: ser querido por todo el mundo. Por su pueblo (negros y blancos), por los gobernantes mundiales (dictadores, demócratas y mediopensionistas), por los deportistas (de Nadal a Cristiano pasando por el Bollullos Club de Furbo), por todos los personajes de la farándula y –resumiendo- por todo quisque. Ni Juan Pablo II, otro ilustre difunto, consiguió reunir tantos amigachos después de irse para el otro barrio. A la ceremonia de tanto relumbrón sólo faltó el pato Donald y Belén Esteban aunque por allí andaban los ex presidentes Clinton o Bush para sustituir la altura intelectual de don Cuá Cuá y de doña Que Qué. Pero como la perfección no existe (ni la felicidad) toda esta dulcísima parafernalia a costa de Mandela estuvo a punto de originar un serio conflicto diplomático por culpa de Michelle, la donna e mobile del emperador Obama, celosa del comportamiento bastante cuchipandesco de su maridín, el primo inglés Cameron y una rubia platino danesa que gobierna aquel país nórdico con guante de seda. Al final todo acabó bien y de acuerdo a las expectativas: el muerto al hoyo y el vivo al bollo (paga el contribuyente). ¡Y a vivir que son dos días!