Ya está en la calle, en menos que canta un gallo en Estrasburgo y en Madrid, el monstruo de Hipercor, un hideputa llamado Troitiño, con 22 asesinatos comprobados y juzgados a sus espaldas. Junto con 8 camaradas, el viernes salía de la cárcel tras 26 añitos de darse la gran vida, cuidado a cuerpo de rey, pagada su estancia con los impuestos de los españolitos decentes. Le habían condenado a 1.118 años pero en España la justicia se jacta de no saber matemáticas. Tras la “sentencia” de los jueces cantamañanas de la UE, el gobierno y la casta político-judicial (con alguna sana alguna excepción) se han bajado los pantalones, las faldas y las togas, han callado, han mentido diciendo una cosa pero permitiendo otra, todo con tal de que el asunto eta no les estalle nuevamente en las manos. Es la historia de siempre: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Lo que les preocupa es la eta y su mundejo, no los asesinados y sus familias: los primeros crían malvas pacíficamente y las segundas han dado pruebas de una infinita paciencia y de cristiana resignación. Eso de vengar a los muertos y de que siempre ganan los buenos queda muy bien en las películas con que la industria bufonesca lobotomiza a la plebe. En el mundo real las cosas son muy diferentes a la ficción: hay que tener contentos a quienes nos pueden crear problemas, a quienes lo mismo un día vuelven a coger la dinamita y nos ponen un chute en el culo. Etarras a la calle y aquí paz y después gloria, pelillos a la mar, perdonemos a los enemigos, como reza la santa y cínica madre iglesia, a vivir que son dos días y, si puede ser, chupando del bote. Esta vomitiva manera de entender las cosas a algunos ciudadanos (honrados y con sentido común, que aún los hay), nos pone los pelos como escarpias, de modo que el plato cocinado por el gobierno, la oposición y la madre que los parió para que -con el pretexto de la sentencia de Estrasburgo- salga a la calle la canalla etarrina y psicópata nos colma de indignación. Por eso, dirigiéndola especialmente hacia quienes gobiernan en estos momentos, máximes responsables de todas esas injustificables excarcelaciones, hacemos saber que el señorito Rajoy y sus cuates peperos deben ser enviados a las cloacas de la historia a la menor oportunidad electoral que se presente. Por cínicos, mentirosos, sinvergüenzas, impresentables y cobardes. Ni aunque en los meses previos de 2015, fecha de las siguientes elecciones generales, se creasen empleos a porrillo, merecerían estos tipejos seguir cortando nuestro bacalao. Roma no paga traidores a la justicia, a la verdad y al sentido común.
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