0 CHORIZOS EN UGT

Seguimos en el cortijo. Cuando compruebas que tu primo de Zumosol, el psoe, gobierna ininterrumpidamente en Andalucía haciendo de su capa un sayo; cuando cada nueva legislatura te llama para que firmes la "pá sosiá", consistente en que no moverás un dedo en todo aquello que pueda enfadar o protestar al primo listo (y a cambio de la rúbrica te suelta una buena manteca colorá); cuando ves cómo el primo se está poniendo las botas año tras año, con total impunidad y sin que nadie (salvo cuatro mataos y muertos de hambre) le haga ascos, entonces es cuando llegas al convencimiento de que tú no vas a ser un idiota dejando pasar la ocasión de mover la mandíbula y el bolsillo. Así que empiezas a participar del festín ajeno de manera primero inocente, y luego a sabiendas, con la satisfacción que da el comprobar cómo el primo mira para otro lado y paga haciéndose el longui pues tu silencio tiene un precio de mercado muy superior al que fija el acuerdo "sosiá" de cada cuatro años. Y entonces, tú, que nunca te habías visto en tales florituras placenteras al ser el pariente pobre de la familia, comienzas a chupar mariscadas, viajes, regalos y extras inflando facturas, subvenciones y ERES pues ni te fiscaliza ni controla, ocupado como está en trincar a manos llenas. Además, como defiendes a los que no tienen nada, a parados, trabajadores y otras gentes puteadas, a ver quién se va a fijar en ti atreviéndose a llamarte chorizo, ¡a tí!, excelso defensor de los indefensos y de los parias. Así han sido las cosas en el cortijo andalú, entre el primo Chaves, Griñán o ahora la prima Susana y el pariente pobre que llegó a hacerse también algo rico, el de la UGT. Y como las bases, los trabajadores del sindicato, tienen la fe sectaria del carbonero y prefieren antes un chorizo propio que uno ajeno (pensando quizás en que algunas migajas puedan caer en sus famélicas bocas), han venido callándose  como muertos a pesar de que veían el banquete de cerca y que sólo les llegaba el olor de las gambas y algún bolígrafo de propaganda. Han pasado más de treinta años de cachondeo democrático (ah, sí, la democracia esa, qué risa, tía Felisa) y el cortijo continúa igual que siempre, muy bien gracias a dios, con paz y tranquilidad para los que chupan del bote, ese primo señorito (ahora reconvertido en prima señoritinga) y su proletario primo, el que mantiene el orden y la paz, sacrificados ambos desde que se levantan hasta que se acuestan con la obsesiva idea de trabajar denodadamente para que los andalucitos y andalucitas no caigan en las garras del paro y el analfabetismo, muy al contrario, para que sean felices, chulis, y patatín patatán. A ver quien tiene bemoles -y autoridad moral, que esa es otra- para bajar a esta familia de los altares y de la mangancia.