Teodoro Leon Gross es profesor de Comunicación de la Universidad de Málaga y columnista del grupo Vocento. Sus artículos diarios, además de imparcialidad (da estopa a diestro y siniestro) son originales y, encima, entretenidos. En el siguiente artículo, publicado el uno de mayo de 2013, denuncia con fino humor e ironía, una de las fechorías más actuales: el doble lenguaje de los políticos y economistas, la mentira lingüística, la neolengua del poder (asumida por muchos de los que lo sufren, lo cual ya es para nota). Un breve documento periodístico que no podemos pasar por alto por lo alejado que está de la clase periodística dominante que padecemos.
• El temor a otra subida de impuestos se ha disipado, al aclarar el Gobierno que solo se trata de una “novedad tributaria”. Así pues, hay que celebrarlo: toca pagar más, pero con la alegría de saber que es I+D fiscal. A un impuestazo anterior se le llamó “recargo temporal de solidaridad”. Con el IVA al 21% y el IRPF exprimido, la solidaridad se expandió felizmente por la nación. Es estupendo. Y hay más motivos para estar satisfechos. No ha habido bajada de sueldos sino “devaluación competitiva de los salarios”. Así que, con la nómina en los huesos, podemos festejar la gran competitividad. Y no ha habido recortes, sino ‘reformas estructurales’; nada de abaratar el despido sino ‘simplificar la contratación’; y no es que hayan empeorado las previsiones, sólo es un ‘deterioro adicional’. Si no llega a ser por el Gobierno, parecería que todo es un jodido desastre. Pero sus mensajes son tranquilizadores. Esto solo es un ‘escenario temporal de tendencias regresivas’.
• El zapaterismo ya fue pródigo en la ‘neolengua’, como aquellas memorables ‘soluciones habitacionales’ . De los tres niveles de neolengua manejados por Orwell en 1984, inspirado por el agit-prop soviético y el III Reich que convertía el holocausto en una ‘solución final’, se usaba y se usa el Vocabulario B para modular el pensamiento, una jerga balsámica que convierte la paga extra perdida en “moderación salarial”; los tijeretazos en “ajustes” y las mentiras en “mala transmisión de información”. Cualquier alcalde, del Cabo de Gata a Finisterre, presenta su maquillaje de cifras como “resituación contable”. Todo esto encaja en el viejo concepto marxista leninista de la corrección: ‘la línea apropiada’. El lenguaje es el chapapote moral de la casta política.
• Rajoy ha insistido, tras las últimas medidas, en que “lo mejor es decir la verdad”. El mantra del presidente. “Siempre es mejor contar la verdad” dijo en agosto, tras un varapalo de Financial Times por anteponer los intereses del partido a la nación. En su investidura, Rajoy ya proclamó ese compromiso: “decir siempre la verdad, aunque duela, sin adornos y sin excusas: llamar al pan, pan, y al vino, vino”. Y esto es lo que queda del pan, pan: cuando el Gobierno tiene que corregir a la baja sus desastrosas previsiones, presenta eso amablemente como “reordenar las cifras” ; la amnistía fiscal como “incentivar la tributación de rentas no declaradas”, y la huida de jóvenes formados sin futuro como “movilidad exterior”. A eso se le llama meterla doblada, pero con vaselina retórica. Sin embargo, a pesar de ese marketing palabrero de tecnócratas de pacotilla, ya no engañan a nadie. Con todo, quizá convendría aclararles que la ‘moderación de su actividad neuronal’ con un ‘recargo estable de inmoralidad’ al final provocará una ‘reordenación regresiva de los sufragios’. O sea, les va a votar Rita la Cantaora.
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