22 julio 2013

1 CORRUPCIONEAR


Un país que históricamente ha convivido con la picaresca y la corrupción. Un país que está diseminado en 17 cortijillos y oasis donde campan a su aire señoritos y capataces que hacen de su caspa un sayo y de su bolsillo una gran cartera. Un país donde la democracia tiene un vuelo muy corto y necesita cobijarse en el totum revolutum de la UE. Una clase política mediocre, como la sociedad que le vota, y una crónica falta de transparencia. Una permisividad social contra el trinque y el mamoneo, aspiración de todo hijo de vecino si le dejaran. Seis millones oficiales de parados que, por fortuna, no todos están en el paro sino en la economía sumergida. Una vida oficial que no tiene nada que ver con la real. Una justicia paralizada, sin medios y con menos independencia que un bebé respecto a su madre. Unos trinques y abusos que no se persiguen y que si se logran desactivar se diluyen en indultos facciosos, penas míseras y ni un euro devuelto a su origen. Unas castas políticas, empresariales y sindicales que entienden lo público como mamoneo y saqueo. Unos medios de comunicación –salvo escasísimas excepciones- vendidos al mejor postor y silenciados por las subvenciones. Un éxito de público para el que logra defraudar, sea a la Hacienda común o a la hacienda ajena. El futuro pacto contra la corrupción será un triunfo más de los corruptos y hasta es posible que sea votado en referendum popular bajo el lema “Tú decides, nosotros hacemos lo que nos da la gana”. Ñoras y ñores, ¿adivinan de qué país estamos hablando?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y cuando yo robo al Estado, me robo a sí mismo?

MEJORANDO LO PRESENTE

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