16 noviembre 2012

1 MATONISMO SINDICAL


Llevamos la tira de años asistiendo impertérritos a que en cada huelga general los sindicatos convocantes coaccionen a determinados ciudadanos que por causas tan legítimas como las sindicales deciden no holgar. Para lograr sus objetivos despliegan a una reata de fieles ultras con el encargo de impedir por las buenas o por las malas que descargue un camión, se abra un pequeño comercio o salga de las cocheras un autobús que necesitarán cientos de personas para ir a ganarse 30 euros con los que poder comer una semana o, simplemente, para visitar a la abuelita que se está muriendo. A ellos qué coño les importan los miles y miles de casuísticas personales de estos sarnosos currantes y desgraciaos que todavía no se han enterado que la huelga general programada por sus líderes Cándido e Ignacio va a solucionarles todos sus problemas. Nos dejamos la piel por su bien y así nos lo agradecen, piensan para sus adentros estos violentos disfrazados de hermanitas de la caridad ajena. Banderolas en mano y con la lengua bien afilada, reatas de piqueteros se acercan a todo bicho considerado objetivo prioritario de caza para informarle de la buena nueva. Llegan en manada (la cobardía nunca pasta en solitario) ante el indefenso desobediente y por las buenas o por las malas le obligan a cerrar el negocio, a bajarse del autobús, a esperar durante horas unos servicios públicos que están bajo mínimos. ¡Y no passsa nada! ¿Qué va a pasarles si manejan la vida pública con la misma alegría, descontrol, corrupción y trinque que sus primos hermanos, la patronal, y sus tíos políticos, los partidos?

¿Hasta cuándo seguirá el personal de a pie aguantando a estos cafres de los piquetes así como tolerando el cinismo y la impunidad con que se manejan? ¿Habrá que esperar a que en una próxima huelga general haya varios muertos, sean piqueteros o simples ciudadanos? La visión totalitaria que estos tipos tienen de la política y de la libertad ajena es tan palmaria que no se entiende bien cómo a estas alturas de la película nadie les ha parado los pies. (Quizás porque quienes tienen el poder y la responsabilidad de hacerlo también desprecian al ciudadano medio). Derrochan talento para el insulto y la coacción a falta de argumentos más poderosos como la buena educación, el poder de persuasión o el respeto al otro. ¿Es extraña, acaso, la desafección que cosechan día tras día? Al seguir con la deleznable tradición de los piquetes “informativos” demuestran no confiar en los ciudadanos ni en su capacidad de decidir libremente. Están instalados en el reaccionario “o eres de los nuestros y haces sumisamente lo que nosotros te exigimos o eres un jodido enemigo”. Totalitarios modernos tan alejados de aquella vieja guardia sindicalista criada en la honradez y el respeto al discrepante, quizás porque la lucha contra la dictadura colocaba a la libertad ciudadana como valor supremo. Perdidas las esencias, andan instalados en las cloacas de la subvención pública y en el poder institucional que una Constitución trasnochada les otorgó en otros tiempos, tal como si representaran a toda la ciudadanía y no exclusivamente a sus afiliados y simpatizantes. 

Siendo imprescindibles en el juego democrático han conseguido que cada vez más gente los desprecie y no recurra a ellos ni en los momentos de crisis laboral propia pues son poco de fiar. Basta ver el careto que se gastan don Méndez y Toxo denunciando la reforma laboral carroñera del PP mientras que al mismo tiempo la aplican al pie de la letra en su propia casa. Un día la lucha de los piquetes contra la cabezonería de quienes no están dispuestos a que otros les digan violentamente lo que tienen que hacer pondrá sobre el asfalto a varios muertos. Entonces los mismos que organizan este carajal (¿es posible una huelga sin piquetes coactivos?) se llevarán hipócritamente las manos a la cabeza como si la tragedia no fuese con ellos. Igual que hacen ahora cuando no se consideran corresponsables –ni siquiera un poquito- de la profunda crisis económica, política y social que nos traemos entre manos. El totalitarismo y la política van más cogiditos de la mano de lo que parece. No hay que buscarlo sólo en determinados regímenes o ideologías. También está agazapado en los pequeños gestos, en el desprecio al discrepante, en actitudes amorales, en considerar la cosa pública como coto privado, en tomar a la ciudadanía por imbécil. Por eso, porque no se enteran, un día en que los hados sean adversos -como en la historia reciente del Madrid Arena- habrá un intercambio de muertos y entonces muchos fariseos se caerán del guindo.

Matones sindicales en MercaMadrid informando a camioneros sobre los enormes beneficios de seguir sus consejos de amigo. También hay damiselas de boquita aseada pues la igualdad de género, al menos en el insulto, se ha logrado plenamente a estas alturas de siglo. 


Ante un piquete a las puertas de la empresa, algunos de los trabajadores de la misma se hartan y lanzan un extintor que contenía gas pimienta para dispersarlo. Uno de los congregados en el piquete sufre problemas respiratorios... 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con usted. Y así les luce el pelo: pocos afiliados, nula independencia, poca democracia interna... y a chupar que son dos días. ¡Qué pena más pena cuando estos sindicatos deberían ser los primeros en respetar a los ciudadanos y en defenderlos! Ya han pasado varias semanas de la huelga general y yo me quedé sin la paga de ese día (porque fui, pese a estos mismos sindicatos) y ya ve el resultado: todo sigue igual o peor.

MEJORANDO LO PRESENTE

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