19 octubre 2012

0 MIS QUERIDOS VIEJOS CACHARROS


Necesito pronto comprar un teclado porque el que tengo tiene tendencia a coger las de Villadiego en cuanto me descuido. Tiene siete u ocho años y habrá escrito millones de palabras a golpe de dedito va, dedito viene. Así que debe estar ya harto, aunque el menda no piensa desprenderse de él hasta que se le caigan las teclas de viejecito pues dudo mucho que el próximo tenga la robustez, la fiabilidad, la comodidad y hasta la simpatía del que tengo. Mucha investigación científica, mucha modernura tecnológica pero los cacharros que hacen hoy día tienen más fragilidad que la porcelana y su vida es tan escasa que es difícil encariñarse con ninguno.

A quien le cuento que mi móvil (otro que tal baila) peina canas y que sólo sirve para llamar de higos a brevas, me trata de retrógrado cuando no de troglodita. Debo ser uno de los pocos humanoides tecnologizados que cuando caminan por la calle van mirando hacia el suelo para evitar pisar las cacas de cien mil hijos de perra, mientras que la mayoría (aquí sí que no “silenciosa”) va mirando el movilejo, tanteando entre sus minúsculas teclas para enviar un mensaje sin mensaje o para hacer una llamada banal llena de banalidades: “Tita, que voy por la acera caminando y me he dicho, voy a contárselo a mi tiíta, para que vea que de vez en cuando me dejo el coche en el garaje”.

En fon, quiero decir fin, (¡este decrépito tclado!), que me da pena tirar a la basura un cacharro mientras funcione decentemente. Y si se estropea, pues intentaba que me lo arreglen. Y digo “intentaba” porque eso ya casi es imposible. Ya no hay técnicos que sepan hacer unos cuantos jaretones a las cagarrutas tecnológicas que usamos hoy en día, y si aparece alguno te cobra el remiendo más caro que si te comprases un nuevo artilugio, más barato, más potente y más perecedero que el que tienes ahora en la UVI. 

La sociedad del despilfarro, la cultura del desperdicio, la producción de la chapuza y el estercolero tecnológico. Todo en uno. Seré un troglodita pero pienso seguir con este puñetero teclado hasta que se me declare en huelga indefinida. Y del móvil, no te digo: cuando las ranas lleven cantimplora. Qué le voy a hacer, soy un sentimental que sólo consume lo estrictamente necesario. Un enemigo del “progreso”, vamos.

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MEJORANDO LO PRESENTE

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