1 EL SUBIDÓN DE SUSANA

Desde hoy en Andalucía gobierna Susana Díaz, la nueva presidenta de la Junta, llegada a tal cargo gracias al método más infalible de participación y éxito político: el legítimo dedo. Hace cuatro días mal contados al anterior presidente (Griñán, otro que también llegó digitalmente) le entró la cagalera de la dimisión no se sabe porqué y, como mandan los cánones en un sistema institucional corrupto hasta los tuétanos, quiso designar a su sucesora… con apariencias de legalidad, por supuesto. Para ello planteó en el partido unas urgentísimas y relampagueantes primarias con el clarísimo fin de que nadie pudiera tener tiempo de hacer sombra a su apadrinada, como así ocurrió. Pura estrategia del “atado y bien atado”. 

También ha sido meteórica la carrera política de doña Susana. En sólo tres lustros de mediocridad aplastante la buena señora ha dado un pelotazo increíble: de afiliarse al partido a gobernar la vida y hacienda de ocho millones de paisanos. Entre sus enormes méritos curriculares figuran los de ser mujer y joven, el estar siempre al lado de los que han cortado el bacalao en el partido, sus enormes ganas de mandar sobre todo bicho viviente y el poseer un piquito de oro, estilo zapateril, con el que nunca dice nada sino todo lo contrario. Ni experiencia previa de gobierno real, ni vida profesional anterior, ni formación intelectual medianamente brillante tiene Susana Díaz. ¿Para qué estas fruslerías? ¡Y luego le extraña a la doña que los políticos —ella no se incluye, claro— estén desprestigiados! 

Con estos escasos mimbres no nos extraña nada que se presente (usando una originalidad de juzgado de guardia y un batiburrillo ideológico de bar de pueblo) como la nueva adalid del cambio del recambio del infinito cambio, como una defensora a muerte de la tierra que la vio nacer por casualidad, como férrea enemiga de la corrupción de los demás (y eso, desde ahora, claro), echándole las culpas de la calamitosa situación de Andalucía a sus rivales políticos, ideológicos y personales, como si el partido al que pertenece y los colegas que le apadrinan hasta ahora hubieran estado gobernando en… Marte. 

Lo más grave es que doña Susana llega a la presidencia de la Junta poniendo de manifiesto que tiene muy mala memoria pues a tenor de lo que dice que hará parece como si su partido y ella misma hubieran aterrizado en Andalucía ayer, procedente del planeta aludido más arriba. Con amnesia tan manifiesta y con la ausencia total de autocrítica corre el riesgo de que se le olvide que todos los presidentes anteriores de la Junta tuvieron una triste salida de gobierno aunque ahora —famiglia obliga— se retraten todos juntos en la toma de posesión de la nueva gobernanta, ella. Ese es, precisamente, el final que le auguramos a la doña pues al Régimen—al que pertenece por méritos propios y ajenos— lo que más le importa es que el pescado siempre esté vendido, no tanto quienes pongan el careto en el póster digital o electoral. El verdadero negocio nunca es cara al público.