Los señoritingos/as que gobiernan Andalucía ininterrumpidamente desde hace tres décadas (y así nos va: todos calvos menos ellos y sus mariachis) se han aprendido la lección perfectamente. Cada vez que hacen un recorte o no pagan lo que deben achacan la medida a que es fruto de la política "manostijeras" del gobierno central.
Lo único cierto es que tanto Andalucía como todas las Comunidades están obligadas (eso sí, por el gobierno central y por la UE) a recortar sus tremendos déficits (obtenidos por manirrotos y mangantes) a un determinado nivel, pero es competencia de ellas aplicar la poda en aquellos aspectos donde más les interese o puedan hacer menos daño social.
Los caciquillos de la Junta lo tienen clarísimo: antes que meterle mano a la administración paralela que han montado, a echar a la calle a miles de enchufados, a quitar subvenciones a amiguetes y otras francachelas (como “su” televisión pública) prefieren adelgazar el número de profesores y médicos, subir impuestos, pagar tarde y mal a los proveedores o recortar -por ejemplo- las tarifas que pagan por las plazas concertadas de las residencias de ancianos.
Todo les vale (echándole el exclusivo muerto al gobierno central) menos hacerse un poco el harakiri a sí mismos y adelgazar bastantes kilos de la grasa que les sobra, esa que les sirve para ponerse las botas a costa de los desgraciados de turno (parados, analfabetos, pobres...) que con tanto afán y esmero fabrican.
Con el dineral que ha entrado en la Comunidad en los últimos 25 años era para que todas las cuentas estuvieran en superávit y la comunidad fuese esa California de Europa que tanto ansiaban los primeros psocialistas andaluces, cuando aún eran vírgenes de polvo, paja y pasta en aquellos primeros años de la transición, pero ya devenidos en puros y duros caciques (en el mundo rural su dominio ya es de traca) tienen tan poca memoria, y tan escasa vergüenza, que ni siquiera son capaces de la más leve y nimia autocrítica. En fin: los señoritos y señoritas de la Junta, o sea, del Psoe-A, tienen un morro que se lo pisan.
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