11 febrero 2013

0 LA CATADURA LEGAL DEL TSJA Y LA CATADURA MORAL DE IU


El TSJA acaba de demostrar su catadura legal archivando la denuncia contra el impresentable Sánchez Gordillo, el alcalde sempiterno de Marinaleda, tras las coacciones choriceras y piqueteras que realizó contra trabajadores de diversos establecimientos comerciales durante la huelga general de marzo del año pasado. 

Tras ver el vídeo queda demostrada la ínfima catadura moral  que adorna a este personajillo de opereta, además de su cobardía porque –como buen ejemplar matonesco- siempre que recurre a estos gestos lo hace amparado en la masa de acémilas que le guardan las espaldas y le corean. La huelga era suya y la razón también, así que todo el mundo tenía que pasar por el aro de lo que ordenase  el camarada, mientras la Guardia Civil lo miraba prudentemente y le grababa. (A un ciudadano normal y corriente, pongamos en una manifestación, lo habrían molido a palos, pero Gordillo es un "representante del pueblo" y puede permitirse el lujo de coaccionar a ese mismo pueblo, sin que tenga que pagar por ello). Como no somos unos ilusos, sabemos que las leyes -escritas con mala letra por esos mismos "representantes del pueblo"- permiten estas cosas, de manera que luego pasa lo que pasa: los peces gordísimos (banqueros, por ejemplo) y los políticos choriceros pueden imponer impunemente su santa voluntad con toda la venia, sin que luego se les caiga el pelo ni paguen por sus felonías. 

Gordillo y los piquetes coactivos, intolerables en un país presuntamente democrático (en realidad aquí la democracia sólo la ejercen los que tienen dinero o poder), conocen de sobra la impunidad que disfrutan en circunstancias como las del vídeo, saben el papelón que le toca ejercer a la policía y saben también que los jueces se la cogerán con papel de fumar, aunque tengan que  retorcer el sentido común y justificar lo injustificable, si alguien se va con el cuento a los tribunales. Aquí está todo atado y bien atado. 

Por eso no ha extrañado a la gente de a pie, a la gente decente, que el TSJA haya archivado las denuncias contra Gordillo y su troupe, pese a que había pruebas clarísimas de su comportamiento chulesco y hasta mafiosete. Quien lea algunos de los argumentos jurídicos dados entenderá perfectamente porqué este país es el campeón de la corrupción, el trinque y el abuso de poder de la clase política, económica y hasta judicial.  ¿No podían los jueces haber reseñado que la actitud de Gordillo y sus comparsas era inmoral e incorrecta pero que la ley actual no les permitía considerarla un delito, aunque fuese pequeñito? ¿Era necesario que justificaran la actitud del impresentable con palabras y argumentos innecesarios (causan risa y estupor) que les ponen, a ellos mismos, a la altura del betún?      

Claro que no todos se han sonrojado ante la sentencia.  El mundo politiqueril de la cuerda totalitaria de Gordillo y los sindicalistas del campo y la ciudad que lo secundan (pero que cobran de la Junta a manos llenas para lograr la “paz social” que a ellos les interesa) ha aplaudido la sentencia hasta con las orejas. Pero quizás sea la opinión de Valderas (y de IU) la más deleznable porque el amigo (otro sempiterno de la política ya que, fuera de ella, no es nadie), en la actualidad es vicepresidente de la Junta de Andalucía  y una de sus mayores responsabilidades debería ser la de serlo de todos los ciudadanos, inclusive los que se vieron coaccionados y agredidos por el ínclito Gordillo y sus montaraces palmeros. Valderas demuestra que él y su formación participan del efecto Gordillo: actitud despótica e incivil mezclada con el chupeteo perenne de la teta pública. 

Así tratan a la gente común, la morrallita, esa de la que cobran el parné todos los meses. Sus mayores enemigos -ésto nos suena de algo- son la gente del pueblo que no les obedece: una cajera de un supermercado, una empleada de una tienda de ropa, un relaciones públicas de una cadena comercial... ¡Y se definen a sí mismos, los muy cínicos, como los defensores de la clase trabajadora! Ay qué risa, tía Felisa... Podrán opinar lo que les dé la gana, podrán tener el asentimiento por omisión o convicción de las leyes y los jueces, pero la sentencia de la mayoría de la calle es clara e inapelable: aunque se disfracen con el collar de "plural" o "abierta", son la "izquierda" retrógrada, casposa e infumable que muchos pensábamos que había sido barrida ya por la historia. El vídeo, como el algodón, no engaña.


PD: Parece que la Fiscalía Superior de Andalucía va a recurrir el auto del TSJA. No servirá de nada pero, al menos, que nos quede el recurso al pataleo.

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