11 diciembre 2012

1 EL TASAZO DE DON GALLARDÍN

Cuando Rajoy ganó las elecciones el año pasado y, entre otros, nombró ministro a don Gallardón, supe que el camarada nos daría muchas tardes de gloria en forma de sablazos al bolsillo, una especialidad de la casa. Por supuesto también esperaba que la ja,je,ji,jo,justicia siguiera hecha unos zorros porque el buen hombre tiene una experimentada mano larga para sacar la pasta al personal pero cojea ostensiblemente en saber gestionar con buen tino y austeridad. No en balde nombras a don Gallardón en cualquier calle de Madrid y ciudadano que oye su nombre sale corriendo a escape con las manos metidas en los bolsillos.

Don Gallardón, que para el muá es simplemente don Gallardín (como que me cae bastante antipático, fullero y ambiciosillo), se ha hecho esperar en este año de gobierno pero ahora se le están viendo los frutos de tantos días de silencio: un tasazo a la ciudadanía que no se lo salta un galgo. Qué digo, ni uno ni cien. Para cualquier asuntejo que tenga que ver con la justicia española habrá que pagar un buen dinerín en tasas aunque, como es natural, algunos capítulos quedarán libres de ellas para así poder presumir de dos cosas más falsas que la falsa moneda: que la justicia sigue siendo gratuita (trola número uno) y que el subidón de parné que se exigirá de ahora en adelante a los ciudadanos que quieran enrollarse con las togas y tribunales servirá para “garantizar el acceso de los ciudadanos sin recursos” (trola y embuste descomunal que mantiene el ministro sin que se le afloje un sólo músculo). Y como el personal de a pie es idiota, añade don Gallardín: “no hay ni repago, ni copago, ni prepago ni nada”. Lo que no hay es vergüenza, señor mío. Y como el personal de a pie es imbécil, sigue añadiendo el amigo: “Quienes piden la ley de tasas son los jueces”, “La justicia no puede seguir como está y las tasas son el primer paso de un cambio absoluto”. Menudo camelante.

En fin, con su pan se lo coma y que se indigeste. Para algunos lumbreras de la cosa pública-púbica, los ciudadanos somos muy raritos: nos encanta visitar los hospitales y centros de salud, coleccionamos  medicinas, derrochamos energía, conducimos fatal, follamos demasiado, no queremos pagar impuestos, no sabemos idiomas, todos ansiamos ser funcionarios para no dar un palo al agua, vivimos demasiado tiempo tras la jubilación… Y, encima, estamos siempre de pleitos, como si fuésemos americanitos. Así que el derroche se va a acabar y por eso donAlberto –en el área que le toca- se ha puesto farruco. Por ejemplo, cuando te pongan una multa de tráfico injusta (aunque quien las pone nunca las considera injustas) e intentes recurrir comprobarás  que las tasas a abonar superarán el importe de aquella así que lo más juicioso será envainártela, agachar las orejas y dar un viva a la Constitución que ampara semejante timo. Desistirás, pues, y gracias a tu generoso y solidario esfuerzo el déficit público se aminorará gracias al ingreso de tu multa, la justicia se aligerará  al no recurrir la sanción y aquí paz y después gloria. Lo mismo en la ley gallardoniana hay un artículo que contempla un diploma para otorgárselo a ciudadano tan ejemplar. Es capaz de tal burla.

¿Sorprende que don Gallardín tenga en contra a todo quisque, desde el que trabaja en la cosa tortuguera de la ji,ji,jo,jo,justicia hasta el ciudadano honrado que jamás ha pisado un juzgado pero que teme que si tiene esa desgracia, además de perder los nervios y varios años de su vida, encima acabará más tieso que una mojama? Aquí ya no sorprende nada porque muchos estamos curados de espantos. Por eso podemos gritar: ¡Bravo, don Gallardón, es usted un hacha! Y no lo decimos en sentido figurado sino en el real, pero eso qué importa si usted está convencido (y con usted, su jefe Mariano) de que la razón le asiste. Si es que le viene asistiendo desde que nació…  Pero tranquilos, ciudadanos míos, que esto no ha hecho más que empezar. Don Gallardín tiene cuerda para rato porque, como dice el refrán, mal bicho (político) nunca muere. Lo mismo un siglo de éstos lo vemos de presidente del Gobierno.   

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué razón tiene cuando dice que es mentar el nombre de Gallardón en una calle de Madrid y quien lo oye sale corriendo! El tipo ha dicho hace poco, para justificarse, que "gobernar, a veces, es repartir dolor". Eso es lo único que sabe hacer porque en las dos legislaturas en que estuvo al frente del Ayuntamiento nos frió a impuestos y tasas: basuras, vados, multas, grúas, parquímetros, residuos industriales, envases, céntimo sanitario... Mientras tanto, el caballero, tirando de presupuesto público hasta dejar al Ayuntamiento endeudado hasta las cejas y el siglo que viene. Ahora se van a enterar en el resto de España quien coño es Gallardón, perdón, don Gallardín..., como dice usted. Un saludo.

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