30 abril 2012
22 abril 2012
18 abril 2012
0 EL NIÑO DIOS EN EL PESEBRE
De pequeños nos narran el cuento de Caperucita Roja, el de los Tres Cerditos y los Siete Enanitos, el del Sastrecillo Valiente, el de Pinocho y otros. También nos narran, como si fuera un cuento, el del Nacimiento de Jesús. (...)
Antes de alcanzar el uso de razón, los españoles estamos perfectamente familiarizados con el penoso viaje de la Virgen y san José, que llegan a Belén en pleno invierno y, a falta de posada, se ven obligados a cobijarse en una cuadra ruinosa del extrarradio donde la Virgen da a luz y como no tienen cuna (y eso que el supuesto padre era carpintero ¡en casa del herrero, cuchillo de palo!), acomodan al Niño en un pesebre donde un buey y una mula se apiadan de la criatura y lo caldean con su aliento perfumado de heno y de hierba. En esa tesitura, los ángeles bajan del cielo para anunciar el Nacimiento del Niño Dios a unos pastores de cuya salud mental es lícito dudar, puesto que están apacentando a sus ateridas ovejas en una heladora noche de finales de diciembre ignorantes, al parecer, de que el ganado ovino no come a esas horas. Tras los pastores, o quizás antes, llegan tres Reyes Magos procedentes de Oriente que llevan meses siguiendo una estrella que les anuncia el Nacimiento del Redentor de la humanidad.
De pronto, el toque dramático: los Reyes Magos hacen una visita de cortesía al rey Herodes e imprudentemente lo informan del Nacimiento del futuro rey de Israel. El suspicaz monarca se preocupa.
—Lo único que me faltaba —rezonga—. La balanza de pagos por los suelos y ahora me nace un rapaz que anuncia golpe de Estado en cuanto alcance la edad necesaria.
El rey de Judea decide cortar por lo sano: ordena a sus esbirros que liquiden a todos los niños menores de dos años de Belén y su entorno, que más vale prevenir que curar. Pero José y María, avisados oportunamente por un ángel, han huido a Egipto y han puesto a salvo al Divino Niño. (Un problema de fondo moral: ¿no pudo el ángel avisar al resto de los padres con niños menores de dos años de lo que se les venía encima para que pusieran a salvo a sus pequeñuelos?).
Nos lo relatan como un cuento infantil, pero cuando crecemos (y desarrollamos el escaso margen de raciocinio que nos permiten) advertimos que Caperucita, Blancanieves y el Sastrecillo Valiente son ficciones, que Pinocho nunca existió (aunque sí Pinochet), incluso que los Reyes Magos son, en realidad, los padres, quienes forzados por la sociedad de consumo y por la agresiva publicidad de la televisión, se gastan un pastón en adquirir juguetes para unos niños malcriados y pedigüeños que ni siquiera les agradecen el sacrificio económico que realizan, puesto que creen que los regalos proceden de Sus Majestades los RR.MM. de Oriente, a los que consideran unos perfectos gilipollas que se pliegan a sus exigencias en lugar de castigarlos con el saco de carbón que en justicia merecerían por el desastroso rendimiento escolar sumado a las putadas que perpetran contra sus padres y contra el mobiliario urbano a lo largo del año.
Sin embargo, seguimos creyendo en la Anunciación, en la concepción virginal, en el pesebre, en la matanza de los Santos Inocentes, en la huída a Egipto y en todo el pack navideño. ¿Por qué?
Los hipercríticos y los descreídos creen tener la respuesta: os parece verdad porque vuestra mamá, la catequesis y el colegio de curas os han impreso indeleblemente esa patraña en el disco duro del cerebro para que, cuando alcancéis la madurez del sentido común, ni os planteéis si es verdad o mentira.
Por eso lo aceptáis, por absurdo que parezca, sin cuestionarlo bajo el escrutinio de la razón. Incluso lo creen personas instruidas que siguen siendo católicas y se creen las pamemas evangélicas que les lee el cura en el sermón dominical.
Eso piensan los descreídos, pero ¿no es más cierto que Dios ha sembrado la semilla de la fe en nuestros corazones y que por eso acatamos las mentiras que en nuestro corazón, siempre infantil, son verdad? Otra vez el teólogo americano san Mark Twain: "Fe es creer en lo que se sabe que no existe".
Juan Eslava Galán: "El catolicismo explicado a las ovejas". Editorial Planeta.
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12 abril 2012
09 abril 2012
05 abril 2012
0 HIJOS DE PAPÁ, DE MAMÁ O DE AMBOS
En España se cuida poco la familia en cuanto a la conciliación laboral, el número de hijos, las ayudas, etc, pero hay una cosa en la que la familia (sobre todo la de algunos) es el centro de todo. Hablamos de aquellos casos en que el papi o la mami son famosetes o tienen cierto pedigrí político o económico. En estos casos, no sabemos por arte de qué (desde luego, no de magia) los hijos e hijas suelen salir la mar de inteligentes, a veces mucho más que sus progenitores. Y con la vida resuelta porque aquí no sólo el rey coloca a su hijo en su lugar (aunque hay que esperar a que se muera) si no toda una patulea de gente bien instalada que, más pronto que tarde, también coloca a los suyos (hijos, sobrinos, nietos y conocidos) en puestos de cierto nivel para los que deberían contar más méritos que el de ser "familiar de...".
Ya son famosuelos los hijos del señorito Chaves, el virrey de Andalucía, todos instalados en el negocio gracias al papi. (Al igual que hermanos, sobrinos y lo que sea menester). Con el cambio de gobierno, los alegres papis y mamis del PP también se están dedicando a colocar a su prole (sobrina de Fraga, hijo de Calvo Sotelo, hermano de la señora Cospedal, hijo de Marcelino Oreja, hijo de Esperanza Aguirre, y así un extenso ecétera). Los cínicos papis y mamis del Psoe ya colocaron a los suyos en los años atrás (algunos seguirán pese al descalabro electoral) y tienen ya una larga lista de espera para cuando regresen de nuevo al poder, para lo cual dedican sus mayores esfuerzos día y noche.
Tampoco en los partidillos nacionalistas se andan con muchos miramientos y aunque los listados son ocultados a conciencia por la prensa corderil del cortijo, algunos casos son ineludibles. Por ejemplo, el de Oriol Pujol i Ferrusola, hijo del Gran Honorable don Jordi y candidato a serlo en cuanto el señorito Mas vaya a Menos. El tal Oriol ya es secretario general de Convergencia, seguramente por méritos propios aunque sospechamos que alguna mano le habrá echado su padrecito.
Total: que si tienes la suerte de nacer en una buena familia, de famosos (véase el esperpéntico caso de Paquirrín el Pantojero) o acomodados en la política y economía, el futuro lo tienes resuelto. Por la pasta y las influencias de los papis, claro. La familia, ya se sabe, es una especie a proteger. Ojo, sólo en caso de que sea de alto copete.
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01 abril 2012
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